EL CONTROL DE LAS EMOCIONES

Uno de los avances que ha llevado al hombre a la civilización es el control de las emociones. La iglesia primitiva cristiana lo denominaba templanza, control de la expresión de las emociones. La sociedad censura el "perder los papeles", espera que una persona adulta sepa controlar sus emociones y se muestre equilibrada. Todos hemos aprendido a controlar los impulsos del sistema límbico, esto nos lleva a el fin de que un grupo de personas puedan convivir con la menor conflictividad posible. 

A los niños y niñas se les enseña desde pequeños que su propio control emocional generará una aceptación y el descontrol rechazo. A los chicos se les decía "los niños no lloran", produciendo así que estos sienten una mayor presión y dificultad en su expresión emocional, esto no significa que dejen de sentir tristeza, angustia... por el hecho de no exteriorizarlo y en muchas ocasiones esto puede transformarse en ira. 

Reprimir las emociones significa negarlas, no ser consciente de ciertos sentimientos negativos, pero nuestro cuerpo experimenta los efectos que las descargas hormonales producen; y controlar las emociones implica hacerse consciente de los estímulos que provocan estos sentimientos negativos para que no se hagan crónicas. 

A lo largo del día experimentamos muchos estados emotivos de los cuales, en su mayoría, apenas nos damos cuenta. Estas están presentes en todo momento; en algunas ocasiones aparecen mediante sentimientos positivos y otras negativos. Lo más importante para nuestro bienestar es tener un buen control sobre los sentimientos negativos que nos angustian; no podemos eliminar estas emociones ya que, cada una de ellas cumple una función determinada y nos protege de los peligros y amenazas. Lo que debemos procurar es que los sentimientos negativos amarezcan cuando son realmente necesarias. Es necesario recalcar que el bienestar se produce a partir de un balance entre las emociones positivas y negativas. 

La mayoría de las persona creen que la mejor manera de afrontar la propia ira es exteriorizar el enfado y la fura de la forma más intensa posible. Si nos dejamos guiar por la furia es posible que que nos quedemos dentro de ella un tiempo más prolongado, ya que la propia reacción sirve de estimulante para que se produzcan nuevas descargas hormonales. Por otro lado, la mente se nubla y podemos llegar a decir cosas de la que luego no nos sintamos orgullosos. El enfado hay que expresarlo de una forma controlada ya que, es necesaria su exteriorización abierta. 

Para concluir, te dejo con una pregunta ¿crees qué cuentas con un buen control emocional?